por Luis Bravo Villarán (21 de marzo 2010)
¿Terminaron las crisis; terminaron las burbujas …?; hay claros indicios que no; que aún hay eventos no deseados en un horizonte más o menos cercano, según cómo se maneje ya y ahora, la situación corriente de las economías y de los sistemas financieros.
Algunos analistas acuciosos, como Miguel Rossetti (Ácratas), sostienen que luego del colapso de la economía de Grecia (2.6% del PBI europeo), podría venir Irlanda (2.0%), Portugal (1.8%) y hasta España (11.2%); total 17.6% del PBI europeo. ¿Grave?; no, gravísimo.
… ¿Qué va a pasar ahora? … advierte Ácratas: aumentarán los tipos de interés en una disputa de tiburones por el alimento y para neutralizar el exceso de dinero, tratando de que no llegue a los mercados de consumo. Pero es inútil. Hay demasiado. Sin lugar donde invertirse, especularán con los bienes perecederos (ya lo está haciendo) los alimentos. De modo que, al paro sucederá la inflación; la conflictividad social y la delincuencia se multiplicarán peligrosamente, y con ellas, la represión policial y gubernamental; los estados gobernados por la social-demócrata (ineficacísima, porque está vendida a las oligarquías y la Banca) serán cosa del pasado; y la fascistización del planeta se generalizará pronto. Finalmente, una guerra local (con intervención de todas las potencias importantes) nos caerá como llovida del cielo para que, ante tal desgracia, se asuman por fin las pérdidas multimillonarias globales, consecuencia de la estafa piramidal organizada estos últimos 20 años por la Banca Internacional (léase, Banca de la Kipá), cuya cúspide es la Rothschild de Londres.
Observando el juego de poderes a nivel global, cabe la pregunta: ¿habría sido esta crisis precipitada adrede por algún “poder oculto”?; la respuesta parece ser positiva. ¿Con qué fines u objetivos?; con algunos diseñados de antiguo, hoy ajournados con la modernidad y la evolución de las sociedades, evolución que resulta incómoda y que hay que reformatearla hacia un pasado modernizado, donde sólo sobrevivan los de arriba, servidos por los de abajo. ¿Y el nivel medio de la sociedad? … no conviene ni cabe en este esquema … porque piensa.
Y, ¿sobre qué aterrizan las crisis?; sobre el valor del dólar y las demás monedas de referencia de la economía mundial. Allí, la situación actual es muy sensitiva y más crítica cuando se deba (y pueda) cuantificar y aproximarse a la verdadera dimensión del problema.
Haciendo algunos cálculos macro-económicos (a nivel de los EEUU) con base a parámetros como el PBI, la Inflación, el Incremento de la Masa Monetaria (teórico: PBI corregido por inflación) y la Emisión (registros), extraídos de las estadísticas oficiales, la pérdida de valor del dólar entre el año 2000 y el 2009, es de tan sólo 30%; pero todos sabemos que debe ser más, bastante más que eso. Se tendrá por supuesto, que profundizar los análisis, pero ello se topa (colisiona) con la realidad inescrutable, que se describe a continuación:
"Parece posible que la pérdida de valor del dólar, sea mayor de lo que se puede calcular con base a los datos oficiales, cuando se toma en cuenta la generación de cuasi-dinero de los mercados secundarios al analizarse el valor de las acciones en las bolsas de valores del mundo v.v. el volumen de ‘derivados’ tranzados en los mercados mundiales (especialmente en los mercados secundarios); allí está oculto el verdadero (inmenso) problema de especulación malsana, que haría -en función de la distribución de estas transacciones en los diversos países- que el dólar pueda tener un valor relativo mucho menor que el que podemos calcular; pero, no sólo el dólar, sino posiblemente todas las monedas más significativas de los países que concurren a esos mercados.
Para tener una idea cuantitativa de la mencionada especulación, observando el periodo 1990-2006 (se deberán actualizar estas cifras), se observa que en las bolsas de valores del mundo, el stock de acciones representativas era en 1990 del orden de $37 trillones y los derivados tranzados en los mercados, $5.7 trillones. Al 2006, el stock de acciones en las bolsas de valores, subió a $51 trillones (+37.8%) y los derivados tranzados en los mercados, alcanzaron $415 trillones (+628.1%)... se puede ver claramente el descalce (falta de respaldo de activos) entre las transacciones de los derivados (especulación pura) v.v. el stock de acciones en bolsa (también especulativa, pero razonablemente respaldadas por activos subyacentes de valor). Allí están las grandes burbujas. Medirlas, es muy difícil; ¿cuánto de eso es cuasi dinero y cuánto es emisión inorgánica (maquinita)?; entonces: ¿cuánto de esto impacta al valor del dólar?; ¿cuánto de esto impacta al valor de las demás monedas en el mundo?”
¿Cómo evitarlo?: desde luego, no se evita con salvatajes como el del 2008-2009, emitiendo $700 billones para rescatar malas deudas de los bancos que generaron la crisis con su accionar especulativo malsano y autorizando que los bancos recurran a los mercados secundarios para inyectar liquidez al mercado buscando una reactivación ilusoria en el momento de la contracción (ahora este aspecto cambia y se actúa sobre las tasas de interés); eso es “más de lo mismo”. Tampoco se remedia –aunque ahora no haya otro camino- recogiendo esos $700 billones (menos los bonos corporativos ya repartidos como premios entre los genios que generaron la crisis) y canjeándolos por bonos soberanos con el fin de sacar una cierta masa monetaria de circulación, y transfiriendo –en la práctica- las malas deudas de los bancos al Estado, pues ello es “tramposo” … no vaya esta modalidad a convertirse en el “modus operandi” frente a posibles rebrotes de crisis, dado que –si se hacen cálculos incluyendo la evolución de los fondos mutuos en los EEUU en los últimos años- se podría establecer que la necesidad de rescate pendiente, sea el doble de lo ya realizado; es decir, de unos $1,400 billones más.
Hay que cambiar el paradigma financiero (bancario) y establecer con fuerza el mecanismo de la fiducia en iniciativas público-privadas a nivel de los Estados de la unión (y posiblemente lo mismo en la UE); de manera que las deudas sean transferidas a las entidades fiduciarias (ello permitirá limpiar circunstancialmente, los balances de los bancos). Estas entidades fiduciarias, además asumirían el rol de “bancos de segundo piso”, que manejarían los fondos de rescate, pero no vía inyección directa de dinero, sino a través de fondos de garantía que permitan la emergencia de nuevas actividades productivas generadoras de valor, respaldando nuevos créditos que -de manera sana- otorgarán los bancos, sin necesidad de establecer “hipotecas” (que terminan siendo titulizadas y metidas al circuito de mercado especulativo, con los resultados ya conocidos). Las nuevas operaciones así establecidas, se fideicometen de manera integral (activos productivos y subordinación de flujos de caja) y van liberando las garantías –a medida que construyen su activo productivo y generan flujo- para otras operaciones, propiciándose así una reactivación estructural de la economía a partir del nivel medio de la población, que es el colchón que da competitividad a las economías; así se podrá en el tiempo recuperar gradualmente las –hoy- malas deudas. Este esquema, potenciará la necesidad de contar con una actividad complementaria, cual es la “administración de riesgos” y la implementación del “Enterprise Risk Management-ERM” en las empresas, sanando a través de la prevención, la operación empresarial privada, base y fundamento de la economía. Obviamente, con un esquema así, se evitaría la ya mentada y real estatización parcial o total de los bancos como consecuencia de los rescates.
Claro está, este es un “cambio de paradigma”: de la “hipoteca” (esquema ya fracasado) a la “fiducia” (esquema muy antiguo, pero poco usado, pues le quita la discrecionalidad del manejo de los activos a los bancos y los pasa al árbitro: la entidad fiduciaria, que ejerce una administración contractual). ¿Lo permitirá el “establishment” financiero?; parece poco probable; menos aún lo permitirá el arriba mencionado “poder oculto”, pues ello implicaría la re-emergencia fortalecida de la clase media, que es la más afectada con las crisis y que es –sin embargo- la única capaz de coadyuvar a la salida de esas crisis y a la extensión del bienestar a todos los niveles de la población, en un esquema en que los que más tienen, seguirán ganando más, pues los mercados crecerán estructuralmente y serán estables … pero …?
LBV