lunes, mayo 02, 2005

04. EL DOLAR de "The Economist" (versión en español)

EL DOLAR
Abril 6, 2005

La FED de los EE.UU. y los bancos centrales extranjeros están amarrados en una relación de co-dependencia: EE.UU. es adicto al gasto, y los bancos no pueden parar de emitir dinero para mantener sus circulantes bajos. Esto es malsano para ambas partes, dice el FMI y el Banco Mundial. ¿Pero hay alguna voluntad política para cambiarlo?

EE.UU. ha sido advertido muchas veces en años recientes que su gasto libertino es peligroso, para sí mismo y para la economía mundial. Hasta ahora, los americanos han ignorado tal condenación conduciendo su cuenta corriente y el déficit fiscal a registrar niveles record. Ahora el Banco Mundial y el FMI parecen intentar establecer una intervención. Esta semana, ambas entidades han salido con informes sobre la situación financiera global -- y ambos informes advierten que la irresponsabilidad fiscal de EE.UU. plantea serios riesgos a la economía mundial.

Ninguna de estas organizaciones publica la clase de acusación que pueda ofender a su más poderoso integrante. No obstante, ambas marcan puntual y claramente la realidad que el gasto fiscal copioso y en crecimiento de los EE.UU., es problema para el resto del Mundo. El déficit en cuenta corriente de doce meses en EE.UU., está ahora en $665,9 mil millones, o 5,7% del PBI. Puesto que un balance negativo en cuenta corriente se debe complementar con un balance positivo en la cuenta de capital, esto indica que están ingresando fondos del Exterior. EE.UU. de América está hipotecando su futuro para pagar el gasto actual.

Parte de la razón de que este gasto sea tan duro de sujetar, es que está sucediendo en múltiples niveles. Con los tipos de interés bajos, los consumidores han estado afectando su equilibrio doméstico, endeudándose vía tarjeta de crédito -- los últimos datos de la Oficina de Análisis Económico (America’s Bureau of Economic Análisis) a Febrero, indican que el ahorro de los Americanos es de apenas 0,6% de su renta. Mientras tanto, aún después de las reducciones de impuestos masivas, la administración Bush siguió con sus ambiciosos programas de gasto. Así, en el 2004 el déficit presupuestario del gobierno federal fue de $412 mil millones, un preocupante 3,6% del PBI. Se proyecta bajarlo solamente a $365 mil millones, o 3% del GDP, en 2005.

La diferencia entre la renta y el gasto ha sido financiado por extranjeros, especialmente bancos centrales; más de la mitad de los bonos públicos del Tesoro, son mantenidos en el Exterior. Pero los bancos centrales que están comprando estos papel, particularmente los asiáticos, están entrampados en un círculo vicioso.

El mecanismo natural de ajuste para el crecimiento rápido de los pasivos de EE.UU. en el Exterior, sería un dólar más barato, lo que bajaría la demanda por importaciones y haría las exportaciones Americanas más atractivas en los mercados extranjeros. Pero los bancos centrales asiáticos están evitando este proceso pues no desean apreciar sus monedas respecto del dólar, pues resultarían ser menos competitivos; por ello están comprando dólares en costales para descargarlos después en el Tesoro Americano y lograr su cometido. Esto permite a EE.UU. simplemente pedir más préstamos, haciendo el ajuste inevitablemente más agudo cuando llegue el momento. Ese riesgo -por supuesto- hace a los activos denominados en dólares, menos atractivos, significando que los bancos centrales asiáticos tendrán que ir aposiciones más largas para resguardar sus tipos de cambio (monedas) de la apreciación respecto del dólar.

QUEREMOS SEGUIR ADELANTE ASI
El Banco Mundial estima que aproximadamente el 70% de las reservas extranjeras globales están hoy en dólares. Esa lista cada vez mayor de los activos del dólar es vulnerable a la corrección del tipo de cambio. Esto no es problema si el dólar declina suavemente, pero un cambio precipitado en su valor podría generar apuros, cuando los bancos centrales se encuentren con los agujeros que tapar en sus portafolios. (Ojo: se está hablando de una devaluación adicional del dólar de la ya habida en los últimos tiempos)

Los bancos centrales tienen otro problema: muchos están alcanzando los límites de su capacidad de "esterilizar" sus transacciones monetarias. Para salvaguardar sus operaciones de transacciones monetarias y no causar la inflación en el país (el resultado natural de mantener su tipo de cambio infravalorado), los bancos centrales venden bonos en el mercado interno para absorber el exceso de oferta de dinero. Sin embargo, esto es costoso, puesto que en muchos casos los tipos de interés en bonos domésticos son perceptiblemente más altos que los intereses de a que los mismos bancos centrales están comprando. El Banco Mundial estima que este diferencial cuesta a los bancos centrales de los países emergentes $250 millones al año por cada $10 billones que estos mantengan en la reserva. (en este aspecto hay que reconocer que el Gobierno Peruano ha sido prudente, pues ha seguido el ritmo devaluatorio del dólar, revaluando el sol, lo que le ha evitado afectar el lado de la inflación y aún así se ha logrado dinamizar el sector exportador)

Hay más limitaciones institucionales. El banco de reserva de la India, donde se prohibe publicar deuda o vender activos en “rupias” en mercados internacionales, está tratando de bajar su inventario de securities a vender. El otoño pasado, el banco central de Corea del Sur cerró para arriba sobre los límites anuales en la venta de la deuda del gobierno. Y China, un consumidor enorme de la deuda americana, ha estado rellenando securities en sus bancos -propiedad del gobierno- por debajo de sus valores de mercado; esto ha hecho a su débil sector financiero aún más débil, lo que no puede sostenerse indefinidamente. (el problema de los Chinos, es que están alineados al modelo de finanzas internacionales americano y ello puede resultar pernicioso; los $30,000 millones de bonos que compró en los últimos años, salvaron a Bush, pero ...)

Pero como anota del FMI (y el Banco Mundial concuerda), la depreciación del dólar no puede ser el único mecanismo de ajuste para los desequilibrios globales actuales. Esas entidades quisieran que los países en vías de desarrollo con monedas artificialmente baratas hicieran sus operaciones de cambio más flexibles. Europa y Japón están urgidos a estimular la demanda doméstica, en vista de la presión de EE.UU. por ser el cliente del Mundo -- aunque esto parece un poco injusto para Japón, que ha sido enérgico, si bien ineficaz, en la búsqueda de estimular al consumidor. Y EE.UU., el BM y el FMI deben ser claros en poner su casa fiscal en orden, cortando su déficit presupuestario y animando a los consumidores a ahorrar.

PUEDE PARAR EN CUALQUIER MOMENTO
Desafortunadamente, como todo buen consejo, estas recomendaciones parecen tener poca expectativa de ser puestas en ejecución en corto plazo. La presión política en Asia de subvencionar exportaciones con cambios bajos es intensa. Los tipos de interés en Japón han estado cerca de cero por cuatro años, dando al banco central poco sitio para la acción adicional (parece que finalmente esta política le resultará buena al Japón). Mientras tanto, el banco central europeo parece estarse preparando para una subida de las tasas de interés este otoño, de manera de mantener la inflación cerca de su objetivo por debajo del 2%, lo que hará poco en términos de la demanda. Y en EE.UU., la voluntad política para reducir déficit parece haberse extinguido.

Dadas todas estas razones de preocupación, puede parecer sorprendente que el FMI y el Banco Mundial sean tan optimistas sobre la economía mundial. Pero como precisan, el crecimiento en 2004 fue importante y el Mundo está gozando actualmente de altos niveles de estabilidad macroeconómica. Se espera que Alan Greenspan decida aumentos continuos en las tasas de interés, haciendo más lenta la demanda americana (quitando velocidad al circulante, buscando incrementar el ahorro, conteniendo así la inflación; ¿podrá?), y forzando a sus consumidores reconstruir los hoy inestables ahorros; se espera que esto traerá consigo un ajuste ordenado en el valor del dólar. Esto no se hará sin dolor para el resto del Mundo -- los países en vías de desarrollo que tienen hoy deudas con inversionistas con bajas tasas de interés en dólares americanos, encontrarán sus préstamos menos fáciles de financiar. Pero la declinación de importaciones resultante, debe permitir a los bancos centrales reforzar sus reservas. ¿Y quién sabe? Tal vez una vez que fuercen a los americanos ordinarios a vivir en la medida de sus medios, comenzarán ellos a exigir igual a su gobierno.



Artículo de “The Economist” traducido y comentado (en paréntesis) por Luis Bravo Villarán

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