viernes, mayo 27, 2005

20. "La Naturaleza es más que un Commodity”, por Donella Meadows

Todo economista sabe que uno de los problemas principales del sistema de mercado, es que no se pone un precio en la naturaleza.

Los barones ganaderos del Brasil que queman bosques tropicales para sembrar pasto temporal, nunca comparan el valor de las exportaciones de carne de vaca que realizan versus el valor de un bosque en funciones. Los desarrolladores en EE.UU. pueden tomar un pantano por una canción; ellos contabilizan el costo del terreno, pero no el valor del terreno húmedo por moderadas inundaciones que permiten criar pescados, o alimentar patos. Los barcos de pesca japoneses pueden vender un atún de aleta azul a los fabricantes de sushi en Tokio por $20.000 y embolsarse todo el beneficio sin recompensar en nada al océano.

Entonces, la lluvia en bosques se convierten en pastos, los terrenos húmedos se convierten en centros comerciales y la población atlántica del atún de aleta azul ha disminuido en 95% y continúa disminuyendo.

La mayoría de la gente que no se beneficia directamente de estas transacciones se siente por instinto que hay algo mal con ellas. Algo de gran valor duradero comunitario, se está perdiendo a cambio de una pequeña ganancia transitoria para unos pocos. Pero la ganancia se mide en dólares y el valor por una clase o especie de la diversidad que se pierde, es menos cuantificable. En una cultura que se toma el dólar como la cosa más seria que cualquier otra, es difícil argumentar contra la depredación ambiental, excepto en términos terminantemente económicos.

Entonces algunos ecologistas emprenden la campaña de poner etiquetas con precio a la naturaleza. Asombrosamente, eso no es difícil de hacer. Quizás -no tan asombrosamente- evaluaciones conservadoras del valor de ecosistemas no tocados, demuestran que el no poder considerar su valor puede conducir a decisiones económicas estúpidas.

Por ejemplo, Eugene Odum y J. Gosselik de la Universidad de la Florida calculaban una vez el valor de un pantano. Incluyeron sus servicios en quitar los agentes contaminadores del agua (los pantanos son magníficos sistemas de tratamiento de aguas residuales) y en actividades como crianza de pescados para deporte y alimentación. No intentaron incluir valores científicos o escénicos inestimables, tales como el de dar un hogar libre para especies en peligro. Incluso con un análisis incompleto, concluyeron que el lado izquierdo intocado del pantano valía por lo menos $82.940 por acre -- cerca de 100 veces su precio de mercado corriente como terreno.

Alwyn Gentry del Jardín Botánico de Missouri hizo una estimación similar para una hectárea (2.4 acres) de bosque tropical en Perú. La hectárea que él examinó tenía 842 árboles de 275 diversas especies (para los propósitos de una comparación, el bosque 15-hectáreas en mi granja de New Hampshire tiene 20 especies del árboles). De esas muchas clases de árboles, 72 rindieron productos con valor actual en el mercado próximo, incluyendo el caucho, las medicinas y muchas clases de frutas y de nueces. Había también arbustos y vides que se podrían cosechar sosteniblemente para las cestas, como material para techos y otros propósitos. Gentry encontró que la hectárea del bosque podría rendir una utilidad perpetua (restando el transporte y costes de mano de obra) de $422 por año. Ese retorno de cada hectárea en Valor Actual Neto (descontado al 5%) era de $6,820. En comparación, el VAN de una pastura para stock completo de ganado era $2,960, no contando los costos de escardar, cercar y el cuidado animal y asumiendo que el pasto no erosionaría (sin valor). El valor actual neto por hectárea de madera de una plantación manejada con una sola clase de árbol comercial de crecimiento rápido era $3.184, otra vez asumiendo una débil sostenibilidad. La utilidad neta por hectárea entregando madera corriente a un aserradero era $1,000 por vez. (Nota del Traductor: estos valores son diminutos en relación a lo que realmente se puede obtener de operar los bosques de manera sustentable en el PERU)

Es instructivo jugar a valorar la naturaleza y es necesario al hablar con la gente que el sentido de valor queda limitado a términos de dólar. Pero una sensación instintiva surge otra vez que hay algo de malo en ello. Tratar la naturaleza como un “commodity” es peligroso y denigrante.

Es peligroso porque implica conocimiento completo, cuando de hecho nuestra comprensión de qué productos y servicios útiles se pueden obtener de la naturaleza es muy incompleta. Es peligroso porque los cálculos económicos no tienen en cuenta las preocupaciones sociales acerca de quién se beneficia y quién pierde. Sobretodo es peligroso porque los dólares se evaporan. Usarlos como medida es como usar una regla con marcas en pulgadas que se estira o se encoge con la inflación, las tasas de interés y los desequilibrios momentáneos de la oferta y de la demanda. Usted no desearía medir cualquier cosa importante de esa manera.

Y la naturaleza es tan importante que medirla toda es un sacrilegio. Es como la evaluación de las pirámides como material de construcción o poner a valor el Monumento a Washington y ofertarlo como un parque temático. Es peor que eso, pues estos ejemplos son trabajos del hombre y la naturaleza es un trabajo de Dios. Medirla en términos de dinero reduce lo eterno, lo místico, lo irreproducible en corto plazo de lo conveniente y lo comercial. Es un acto de ignorancia y de arrogancia.

Pero dado el Mundo en que vivimos (donde precisamente predomina la ignorancia y la arrogancia) , ello es irremediablemente necesario. Los que intentamos defender la naturaleza contra la presión comercial implacable, tenemos que discutir en términos económicos. Podemos ganar haciéndolo así, porque los dones de la naturaleza, aún cuando sean estimados sólo parcialmente, son mucho mayores que el valor agregado que se le dé por la productividad humana.

Los términos económicos son los únicos tomados seriamente en el actual discurso público. Por lo tanto se debe trabajar para cambiar ese discurso. Cada vez que se pretende poner un valor económico en la naturaleza o descender para intervenir en discusiones de mercado sobre ella, debemos disculparnos. Nunca debemos terminar la discusión sin precisar lo trivial y de poco valor que ha sido esta.

Traducido por: Luis Bravo Villarán

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